
Hoy despertó en mí, algo que había olvidado, la ansiedad de un deseo perdido, en la oscuridad consumado, apenas entreveo, la más lejana costa, donde en la arena espera, a que amanezca, acostada y casi dormida, las palabras que nunca salen de tu boca. Porque cada día te siento, pasa y pasa y te vas lejos, día y día no me acuerdo, cuando fue la última vez que dije que te quiero. No dejes que me vaya sin ti, que recuerde el olvido de gris futuro en la soledad de mi cuarto, sin tu cuerpo, sin tu canto, porque el silencio me gana todas las peleas, y podría pasarme sin hablarte la vida entera, deja suelta las risas, deja entreabierta la brecha que hoy abriste por vez primera. cuanto quisiera que por un día y hoy me dijeses, que mañana será un hoy como ayer lo es, y que las voces que hablas se quedasen fuera del rincón donde las escucho, del lugar profundo donde las guardo, sin salida nunca más, ni una palabra permanece, y el tiempo, hasta él se marcha a otros lados, el que siempre a tu lado me da la espalda y me tienta, fruto de mi pecado, tantos años he dejado pasar con brazos cruzados, esperando un momento, principios y otros males que nunca llegan a su fin, la vida buena es mala para ser feliz, lo descubro hoy, mientras el tiempo, que se escurre fangoso y lento, me sonríe y enloquezco, me sonríe y muestra los dientes amargos, filosos, como acero y viento que se escurre en mi carne, huracanado y siniestro, viento con voces de llantos viejos, y el tiempo se marcha y me deja sólo en la agonía del fin de este ultimo día que anochece y se pierde ojalá que no vuelva de nuevo, ojala que esto sea el fin, para siempre, y que en la amargura descubra que por ti ha valido, cada instante previo a este, que es eterno el dolor que guardo, a través de las palabras que nunca he oído decir en tus labios pero que están ahí en un rincón oscuro y misterioso de una parte mía que nunca estuvo al descubierto hasta este día en que tú estuviste triste con la mirada perdida, mirando la nada, mientras el tiempo te llevaba de la mano, sumisa y distraída, como siempre divina, por eso te quiero, libre como sólo tú podrías, y no quiero decirte que la gracias divina te acompañará, a través de esta nueva travesía que ahora emprendes, porque en algún lugar la guardo, tu mirada fría, que me hela cada corazón que ya no tengo, y me deja el sabor en la boca de cigarros viejos, que ahora fumo mientras pasa el momento, y tú y tu mirada perdida que mira las estrellas más allá del techo de este lugar oscuro donde todas las palabras que alguna vez quisiera que hubieses dicho son llevadas por el viento de este fin del mundo que gira y gira por un momento, que es eterno, más allá de todo lo que recuerdo, porque no recuerdo haber llegado aquí, a este punto de la trama donde desespero, el camino detrás de mí se pierde en una niebla espesa de miradas furtivas a tus espaldas, y tu cabello ondeando mientras caminas tan lejos, y con la mirada te persigo por la calle desierta de nuestro amor, y con el deseo parte mi alma, porque hoy he recordado algo que ya hacía tantos años había dejado a un lado, hoy te has ido para siempre, y aquí me tengo, y una vez más sé que estoy muerto